¿Es importante el liderazgo?

Empezaremos este artículo con una breve historia. Pedimos al lector con mucho énfasis que, al acabar de leerla, responda a esta pregunta: ¿es esta narración real?

Bien, nos encontramos en una escuela en un barrio donde habitan personas con dificultades económicas. Las familias que viven en él tienen pocos estudios y, a pesar de que llevan a sus hijos e hijas a la escuela porque es obligatorio, algunos de ellos no valoran demasiado dicha institución. Por lo general, el profesorado rota mucho, los que marchan dicen que no pueden más, que están “quemados”. Los resultados, al final de curso, son desalentadores: hay alumnos que han faltado continuamente, las cualificaciones generales son más bajas de lo normal en relación con otras escuelas…

Por otro lado, hay otra escuela situada en un distrito con características casi idénticas al barrio de la primera. Ahora bien, el equipo de profesorado es estable, no hay absentismo y las cualificaciones están por encima de la media. Las madres y padres de los alumnos están contentos, por lo general, con la labor del centro, y lo valoran.

¿Qué factor decisivo podría explicar la diferencia entre las dos escuelas? Suponiendo que los recursos materiales y económicos, entre otros, son iguales para ambas, no desacertaremos si respondemos: el factor humano. A continuación se explica qué papel desempeña el liderazgo como elemento clave en el éxito de un equipo. Deseamos que sea de su agrado. Y, sobre todo, enriquecedor.

Comenzaremos, en honor al refrán que “una imagen vale más que mil palabras”, con una fotografía. Fíjense en ella e intenten imaginar qué estilo debe tener la entrenadora (la líder) a la hora de dirigir al grupo para que éste esté motivado y unido.

Foto: Pixabay / KeithJJ
Foto: Pixabay / KeithJJ

Bien, probablemente habéis acertado en muchos pensamientos. A continuación os mostramos una clasificación de los cinco estilos de dirección elaborada por el profesor Antúnez, de la Universidad Autónoma de Barcelona. Para determinar dichos estilos se tienen en cuenta dos factores: el grado de preocupación por las personas y el grado de preocupación por los resultados. Os pedimos que seleccionéis cuál podría ser más adecuado para explicar el éxito de la segunda escuela que hemos presentado:

  • Acepto las decisiones de mis subordinados sin intervenir pues son responsabilidad de cada uno. Procuro adoptar posiciones distantes a los problemas para no irritarme. Me esfuerzo lo suficiente como para que el centro sobreviva a los problemas de cada día.
  • Intento que mis decisiones sean aceptadas como definitivas. Cuando hay problemas defiendo mis ideas como director/a, exponiendo y manteniendo mis argumentos. Mi tarea consiste en marcar directrices de trabajo rigurosas para todos y para mí mismo.
  • Apoyo las decisiones que fomenten las buenas relaciones interpersonales en el grupo. Para evitar la hostilidad que acostumbran a producir las tensiones, actúo de forma afectuosa y amistosa. Prefiero dar ayuda a los demás que emprender actuaciones por mí mismo.
  • Promuevo decisiones factibles aunque no perfectas. Las tensiones me afectan i me producen cierta inseguridad en el intento de satisfacer las necesidades y demandas de los demás. Busco un camino seguro y sin sustos.
  • Promuevo la toma de decisiones comprometida y basada en la comprensión y el consenso. Cuando me provocan hago notar mi incomodidad aunque me contengo. Mantengo una actividad alta en la que todos o casi todos se implican.

¡No leáis más sino no tiene gracia! Responded al reto planteado, por favor.

Vale, una vez hayáis hecho el ejercicio propuesto os ayudamos a evaluar vuestras respuestas: los estilos están ordenados de menor a mayor capacidad para generar el trabajo en equipo. El primero genera los resultados más bajos pues hay poca preocupación por las personas y la tarea. Podríamos definir a quien dirige como un “zombie”, un ser pasivo. El segundo denota alta preocupación por los resultados y bajo por las personas. En este caso el líder es autoritario. El tercero produce muy buen rollo entre las personas pero unos resultados ínfimos. Correspondería a lo que Robert Blake y Jane Mouton definen como un “club campestre”, ¿Os lo podéis imaginar no? El cuarto es el mediocre: logra que no se haga nada mal pero no destaca. En este estilo la preocupación por las personas y la tarea es media. Por último, se encuentra el que fomenta el trabajo en equipo, en el que la preocupación por los dos ámbitos que venimos analizando es máxima. ¿Cuál creéis que acerca más al éxito?

Para acabar, os proporcionamos un vídeo que servirá para acabar de visualizar las diferencias entre un liderazgo malo o regular y uno exitoso. Creemos que irá bien, pues debéis tener las cabezas a punto de explotar con tanta información. Un saludo, ¡nos vemos!

 

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