En un mundo globalizado y en el que la influencia de las grandes potencias se hace notar, los idiomas han tomado una relevancia destacada. Entre los más hablados, concretamente en tercera posición, se encuentra el inglés. Un lenguaje que hay personas a las que se les resiste y eso que muchas han probado de todo para hacerse con él. Aprender un idioma siempre es complicado, aunque hay formas determinadas de habituarte a estudiar inglés y que tu cerebro sea capaz de adquirir los matices de una nueva lengua. Lo que no es, es fácil, sino que requiere de paciencia y dedicación.
Entre los métodos más recurrentes tenemos las clases particulares, que pueden ir desde centros oficiales de idiomas, hasta academias, pasando por profesores que realizan clases individualizadas. Todo vale para intentar dominar aunque sea lo más básico del hablante anglosajón. Seguro que has escuchado en muchas otras ocasiones que con un viaje al extranjero donde te obligues a escuchar a los nativos lo hace todo más fácil. O que escuchar series o películas en su versión original, para que tu oído se habitúe a los sonidos y matices que suele dejar el inglés, te va a ayudar. Incluso los videojuegos son una alternativa. Y lo cierto es que no se equivocan.
Pero entre esa lista hay una fórmula fundamental que se escapa y que está recomendada por muchos expertos, que es leer mucho. Quizá es una fórmula menos atractiva, aunque todo depende de cómo se enfoque y en qué sentido se focalice la lectura. Lo que está claro es que no es algo habitual en ninguna de las opciones que anteriormente hemos descrito. Rara vez en los centros de estudios van a recomendarte que hagas el esfuerzo de leer textos muy largos, puesto que hay otros métodos más efectivos. Lo que ocurre es que dicha efectividad hace que ese aprendizaje sea mucho más a corto plazo que si optamos por una lectura pausada.
Incidir en la comprensión lectora es un factor clave, porque cuando intentamos estudiar y aprender un idioma lo principal que hacemos es repetir sonidos o palabras que recordamos. Ese proceso lo ganamos a través de la acción de leer, puesto que inconscientemente nuestro cerebro trabaja con los textos en inglés a gran escala. En esos textos no es necesario conocer todas las palabras al 100%, sino tener una idea general de lo que se está leyendo, más allá de algún detalle en el que haya que fijarse. Estudios sobre la materia, entre los que destacar a autores como Stephen Krashen, hablan de que también es necesario aprender sin ser conscientes de que se está haciendo y la lectura es una gran vía para conseguir ese objetivo.
El tipo de lectura que se practica en las academias o en las propias escuelas suele ser muy específico. Te colocan un texto delante relativamente corto y el alumno tiene que tratar de entender el mayor número de palabras posibles que hay en él, para luego responder a unas preguntas en las que demostrar si realmente entendiste el mensaje que se quería transmitir. El problema es que en ese caso la persona es consciente de que tiene que comprender todo y no lo hace por gusto. Al final ese vocabulario se olvida si no se repasa. Una lectura más general y destacando ideas suele ser más beneficiosa a la larga, lo que pasa que en las aulas se prefieren otros recursos.
Además, ese tipo de lectura intensiva no se utiliza a la hora de practicar de verdad el idioma. Cuando el aprendiz se desplace a un país de habla inglesa no va a poder comprender todos los mensajes que le vienen de alrededor, porque habrá expresiones fruto del lenguaje coloquial que ni si quiera haya visto. Si se enfoca en conocer cada una de las palabras que ve en carteles, paradas de autobús o tickets de metro se agotará mentalmente. El ritmo que te impones en estos ejercicios de comprensión de reading es muy complicado de mantener de forma constante. Nos aleja de la realidad.
El problema es que si esta es la fórmula más utilizada también es por una razón obvia. La lectura amplia y larga por placer es complicada de imponer en una clase normal en un aula de inglés. El alumno se queda con la percepción de que el trabajo que está realizando es duro y oficioso y que los beneficios son pocos. La impaciencia por ver los resultados cuánto antes y por habituarse al material didáctico que ya viene dado son causas destacadas por las que es difícil leer largo y tendido en inglés. Todo queda supeditado a que cada persona de forma individualizada siga estos consejos.
El aprendizaje de memoria de reglas de gramática o de ortografía, o el hacer una lista interminable de vocabulario de la que no serás capaz de recordar ni la mitad, son técnicas que están en uso, pero que deberían ser fruto del pasado. Para aprender hay que leer, siempre con unas bases que nos permitan hacerlo con garantías de que vamos a entender lo que vemos, y poco a poco los resultados se irán plasmando en la práctica. Si tienes paciencia se puede lograr. Eso sí, ¿qué leer? Eso ya es otra historia.
Excelente artículo. Por ejemplo desde pequeños, cuando comenzábamos a leer nuestros primeros libros, nuestro vocabulario y la calidad del lenguaje se hacía cada vez mejor. Así también puede pasar con el inglés.